jueves, 4 de diciembre de 2014

Se supone que deberíamos haber acabado juntos



Un disparo, un golpe sordo y un charco de sangre.
La rabia se apoderó de mi y disparé sin pensar a la culpable de que la luz en mi oscuro túnel se acabara de apagar para siempre.
Las lágrimas se agolparon en mis ojos y observe como la sangre se extendía por el blanco suelo.
¡Ya la teníamos, estaba a salvo con nosotros, el trato se había saldado, pero ella, ella con su amable corazón tenía que despedirse de su amigo!
Me agache y la acune entre mis brazos, con cuidado, como si estuviera durmiendo.
Su pequeño cuerpo apenas pesaba, mis lágrimas comenzaron a bañar su rostro.
Me levanté junto con ella e intente andar haciendo el mayor esfuerzo para poder ver a través de mis lágrimas.
La última vez que la había llevado en brazos fue ese día en el que su pie quedó atrapado en una trampa.
En estos momentos ese día me parecía muy lejano, como si hubieran pasado años, todo era mucho más feliz y ambos sonreíamos.
Mis pasos hacia la salida se me hacían cada vez más largos y dolorosos.
Cuando salí al exterior no encontré ni luz ni calor proveniente del sol, sólo recibí más dolor.
Recordé una frase que me dijo una noche en el porche de una casa que horas más tarde quemaríamos para huir del pasado, hasta ahora no sabía lo mucho que significaban esas palabras.

"Me echarás de menos cuando ya no esté"

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